Introducción
En la era de la digitalización, las formas tradicionales de enseñanza han experimentado una profunda transformación, dando lugar a un panorama educativo nuevo y diversificado. En el centro de este cambio se encuentra la formación online, una modalidad que se ha vuelto indispensable para estudiantes y profesionales que buscan alternativas accesibles y flexibles a la educación presencial. Sin embargo, junto con sus innumerables beneficios, la formación online también ha planteado desafíos únicos, particularmente en lo que respecta a la interacción entre estudiantes y tutores. Este documento tiene como objetivo explorar y analizar la normativa española que rige la formación online, con especial énfasis en la Ley 30/2015 y el Real Decreto 694/2017.
Ley 30/2015
Aprobada en septiembre de 2015, la Ley 30/2015 es fundamental en la regulación de la formación profesional para el empleo en el ámbito laboral en España. Esta ley incorpora y reconoce tanto la formación presencial como la formación en modalidad teleformación, proporcionando requisitos y directrices que deben seguirse en cada una de estas modalidades. Si bien la ley abarca una amplia gama de aspectos relacionados con la formación profesional, no trata de manera específica la interacción en la formación online. Más bien, se centra en garantizar que se proporcionen las herramientas y los medios necesarios para que esta interacción pueda ocurrir, dejando a criterio del estudiante decidir si desea o no interactuar. Esto se traduce en que los estudiantes tienen la oportunidad de interactuar con los tutores y entre ellos, pero no existe una obligación explícita para hacerlo.
Real Decreto 694/2017
El Real Decreto 694/2017, promulgado en julio de 2017, es un desarrollo de la Ley 30/2015. El decreto se adentra en los detalles de la formación profesional, proporcionando directrices más específicas en relación con la modalidad de formación online. El artículo 4.2 del decreto establece que «Cuando la formación se desarrolle en todo o en parte mediante teleformación, esta modalidad de impartición deberá realizarse a través de una plataforma virtual de aprendizaje que posibilite la interactividad de alumnos, tutores y recursos situados en distinto lugar y que asegure la gestión de los contenidos, un proceso de aprendizaje sistematizado para los participantes, su seguimiento continuo y en tiempo real, así como la evaluación de todo el proceso.» Es importante notar el uso del término «posibilite» en el texto de la normativa. Esto implica que la formación online debe proporcionar las herramientas y los medios para la interacción, pero no obliga a los estudiantes a interactuar. Los alumnos deben tener la posibilidad de interactuar si así lo desean, pero la decisión final sobre si interactuar o no, queda en manos del estudiante.
Además, es importante destacar una peculiaridad que aparece en el texto del Real Decreto 694/2017 que podría generar cierta confusión, en particular la frase que menciona «…su seguimiento continuo y en tiempo real«. A primera vista, esta afirmación puede parecer contradictoria con la esencia de la formación online, que se caracteriza a menudo por su flexibilidad y por ser asincrónica, lo que significa que no requiere la presencia simultánea del instructor y el estudiante.
No obstante, la referencia al «tiempo real» no debe interpretarse en un sentido literal, como si se requiriera una interacción simultánea y en vivo. Más bien, está orientada a garantizar que los tutores y los sistemas de aprendizaje estén equipados para rastrear y monitorear el progreso de los estudiantes de manera continua, independientemente de cuándo y dónde elijan aprender. En otras palabras, se trata de una forma de garantizar que los estudiantes estén apoyados en su camino de aprendizaje y que sus actividades y progreso sean registrados adecuadamente para propósitos de evaluación y soporte académico.
En resumen, aunque el lenguaje de la normativa pueda parecer en un primer momento confuso, su objetivo principal es asegurar un entorno de aprendizaje en línea que sea flexible, accesible y respaldado por una sólida infraestructura de seguimiento y soporte para los estudiantes.
Implicaciones Prácticas y Consideraciones
Las implicaciones prácticas de estas directrices para los proveedores de formación online son claras. Deben asegurarse de que sus plataformas de aprendizaje permitan la interactividad, es decir, que los tutores estén disponibles para interactuar con los estudiantes, responder a sus preguntas, proporcionar apoyo y orientación cuando sea necesario, y que se aseguren de que los recursos estén a disposición de los alumnos para facilitar su aprendizaje. No obstante, al igual que con la Ley 30/2015, no se impone una obligación explícita a los estudiantes para interactuar con los tutores o entre ellos. Los alumnos tienen la libertad de elegir cuándo y cómo interactuar, pudiendo optar por trabajar de manera más independiente si eso se ajusta mejor a su estilo de aprendizaje. Esta flexibilidad es uno de los principales atractivos de la formación online, ya que permite a los estudiantes adaptar su aprendizaje a sus necesidades individuales.
Evaluación y Participación
El análisis de la normativa también tiene repercusiones en cómo se evalúa la formación online. No se puede asumir que los estudiantes que no interactúan activamente no están participando en el curso o no están aprendiendo. Es posible que simplemente estén eligiendo interactuar de manera diferente, trabajando de forma más independiente o interactuando solo cuando lo consideren necesario. Por lo tanto, es crucial que los evaluadores de la formación online adopten un enfoque holístico para medir el rendimiento de los estudiantes, teniendo en cuenta todas las formas en que pueden participar y aprender en un entorno online.
Conclusión
En conclusión, la normativa española ofrece una sólida base para la formación online, garantizando que se proporcione la oportunidad de interacción, pero dejando la decisión final en manos de los estudiantes. Esta flexibilidad es una de las grandes ventajas de la formación online y es importante que los proveedores de formación respeten la autonomía del estudiante en este aspecto. A medida que la formación online continúa evolucionando, es esencial que las directrices y las prácticas de enseñanza sigan garantizando que los estudiantes tengan la posibilidad de interactuar, pero no se sientan obligados a hacerlo.